Creemos que lo hemos visto todo y de repente, en Cambio de Continente, conocemos increíbles animales que los considerábamos de ciencia ficción.
¡Pues no! Aquí no nos andamos con cuentos, eso se lo dejamos a los hermanos Grimm. Hoy hablamos de los centrolénidos, pertenecientes a la familia Centrolenidae, que recoge unas 150 especies, y os estaréis preguntando que qué son, obviamente, yo también lo hice cuando escuché tal palabro. Pues no son más que las conocidas ranas de cristal, y la verdad es que el nombre sí que parece de cuento…
¿Y hasta dónde debemos ir para verlas? Pues nos vale con cruzar el charco y aterrizar en Centro y Sudamérica, en los bosques húmedos de dicha zona. Son arbóreas, es decir, viven en los árboles y arbustos cercanos a los ríos de la zona, y su alimentación se basa en pequeños insectos a los que dan caza, pero ¡ojo!, porque pueden ser ellas las cazadas por otros bichos hambrientos. Por ello, lo más normal es verlas por la noche, que es cuando se deciden a salir de su escondite, evitando luces que las pongan al descubierto.
Como decíamos al empezar, nos encantan los bichejos que nos dejan con la boca abierta, y éste no iba a ser menos, de hecho éste va a más, a más transparente, sí, transparente he dicho, y es que su piel es tan fina que permite ver con claridad los órganos de su pequeño cuerpecito (20-22 mm). Por el dorso suelen tener colores verdes-amarillos, pero si les damos la vuelta el espectáculo da comienzo: corazón, hígado, estómago, intestino, huesos… ¡hasta los huevecillos que puedan llevar son totalmente visibles! Además, los huesos de estas pequeñajas tienen un color verde, llamando aún más la atención. Llamadme lo que queráis, pero mola mucho poder verlo.
Las hembras llegan a poner entre 20 y 30 huevos, que los depositarán en hojas o ramas de árboles y arbustos, en piedras, cascadas u otras zonas que se aproximen a los ríos. Cuando nazcan los renacuajos, se deslizarán al agua para terminar su desarrollo en el interior.
Es curioso el comportamiento de ciertos machos de algunas de estas especies, que se dedican a proteger los huevos hasta su eclosión, vigilándolos y emitiendo sonidos para ahuyentar posibles depredadores.
Yo sigo dándole vueltas al abdomen y su translucidez… ¡ES BRUTAL!
Estoy prácticamente segura de que muchos de vosotros no conocéis, ni de oídas, al pequeño monstruito que traemos hoy, probablemente en la lista de los más raros del mundo.
Zvijo! (pronunciable por fonética tal que parecido a “Yiwio”, según mi cursillo exprés de supervivencia en Liubliana), para darle la bienvenida a nuestro blog; ¡hola! en esloveno, y es que es allí hasta donde tendremos que ir si queremos verlo: Eslovenia, también Croacia y Bosnia. Pero no penséis que es fácil de encontrar. Para ello, habrá que adentrarse en las zonas sumergidas de las profundas a la par que espectaculares cuevas de dichos lugares, como es el caso de Postojna Caves, en Eslovenia (un lugar increíble, 100% recomendable, lo prometo).
Este anfibio, conocido como Proteo (Proteus anguinus), es capaz de sobrevivir durante 70 años.
Existen diferentes variedades, todos alargados, pudiendo llegar hasta unos 25 centímetros, con cuerpo cilíndrico y cuatro patitas.
Su fina piel casi no tiene pigmento, adquiriendo tonalidades entre negro-rosita-blanco-amarillo. Esta piel cubre sus ojos, pero tranquilos, porque no se guían con ellos, sino que sólo captan la luz. Cuando son jóvenes, pueden tener los ojos al aire, pero tras los 4 primeros meses de vida, se atrofiarán. Para orientarse, los electrorreceptores son los encargados de captar las vibraciones que se producen en el agua, pudiendo localizar refugios y alimentos.
Respiran mediante branquias, situadas en la parte posterior de la cabeza, como si fuesen orejas. Éstas cuentan con una tonalidad algo más rojiza, ya que están tremendamente vascularizadas.
Uno de los datos que más me llamó la atención es que puede permanecer sin comer varios años, y cuando digo varios no son 2, 3… más bien 6, 7 años, donde lo único que les aporta energía es la reabsorción de sus tejidos.
En unos 17 años alcanzan la madurez sexual, y las hembras pueden llegar a poner hasta 70 huevos.
Como curiosidad, se creía que este bichejo podía ser la cría del dragón, y no os lo voy a negar, cuando lo vi, me recordó a Fuyur, el dragón de “La historia interminable”, pero en bebé.
Otra maravilla que la naturaleza nos sigue regalando, y espero que podamos seguir disfrutando de ella, ya que, aunque no existe un gran riesgo, su estado es vulnerable, lo que implica cierto nivel de amenaza.
A veces pensamos que ya está todo descubierto en este planeta, pero vamos, que eso no es así ni se le parece… Y una prueba de ello es la cuenca del Amazonas. Sí, hoy nos vamos a Sudamérica para conocer otro regalo que la naturaleza acostumbra a hacernos y algunos aún no conocíamos…
Con las expediciones al interior de la Selva Amazónica, nuestros científicos acaban descubriendo alguna especie nueva, ya sea planta o animal de cualquier clase. Y es que ese enorme y desconocido entorno nunca dejará de sorprendernos.
Según la WWF (World Wildlife Found), entre los años 1999 y 2009 se descubrieron más de mil especies nuevas, y una de ellas fue la protagonista de este post, la rana lechera amazónica (Trachycephalus resinifictrix).
Increíble pero cierto, esta preciosidad existe. Yo también pensé que tenía que ser photoshop, no os lo voy a negar, pero no es así, existe y vive en la cuenca del Amazonas, y aunque se creía endémica de Brasil, en el resto de países que rodean dicha cuenca también se han llegado a ver. Fue hallada en los frondosos árboles del bosque tropical, pero también se le ha visto por el suelo.
Acostumbrada a la oscuridad de la selva, puesto que sigue unos hábitos nocturnos, con un tamaño bastante grande, de hasta 8 cm., y un color que le da esa belleza que nos tiene embobados, marrón con bandas o parches grises claros o blancos, con cierta tonalidad azul en la zona ventral y en la boca. Simplemente genial.
Además de la capacidad de los machos para reproducir vocalizaciones bastante altas.
A la hora de reproducirse, utiliza las cavidades de los troncos para su crianza, poniendo hasta 2000 huevos en zonas de agua acumulada, y al día siguiente nacerá un pequeño renacuajo, que en tan sólo tres semanas ya será tan espectacular como sus padres.
Pero ¡ojo!, que esta joyita no es, para nada, inofensiva, y es que si se siente amenazada secreta una sustancia venenosa de aspecto lechoso, lo que le da el toque de “lechera” de su nombre. Algo tenía que tener nuestra amiga.
No se considera que esta especie esté en peligro, pero sí se le da cierta protección, ya que todos sabemos, o ahora os lo digo yo, la deforestación que sufre el gran Amazonas, lo que supone cierto riesgo para ésta y para el resto de los bichejos allí refugiados.
Otro lunes más que flipamos con el reino animal, ¿o no?
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¿Africa?
Sí, de nombre África. ¿Cambiamos de continente y descubrimos otras especies?
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