Cobra escupidora
Ponemos rumbo a las zonas abiertas y hábitats como sabanas, herbazales, cultivos, estepas… del África subsahariana para conocer al pequeñajo de hoy. Bueno, pequeñaja, y no tanto, ya que puede crecer hasta los 2’2 metros de longitud. Hablamos de la famosa cobra escupidora (Naja nigricollis), pudiendo reconocer tres subespecies, la de cuello negro (N. n. nigricollis), la negra (N. n. woodi) y la barreada o cebra (N. n. nigricincta).
Estas tres subespecies difieren tanto en la localización geográfica como en la morfología, ya que varían los tamaños y colores, siendo la más grande la de cuello negro, pero todas pertenecen a la especie de la cobra escupidora.
Probablemente os suene este animal, ya que Frank Cuesta, en uno de sus programas de televisión “Frank de la Jungla” o “Wild Frank” tuvo un encontronazo con una de éstas. Los más frikis, como yo, seguro que lo recordáis.
Aun así, hoy curiosearemos de la temible escupidora.
Vamos a diferenciar un poco esas tres subespecies, para que si os encontráis con una, podáis saber de cuál se trata xD
Como ya he dicho, la de cuello negro es la que mayor tamaño suele alcanzar. Sus colores van del gris al negro, aunque a veces también puede verse marrón amarillento, cubriéndose la zona del cuello de una o unas franjas negras (de ahí su nombre), y dejando la parte ventral del cuerpo, la que arrastra, de un color crema.
La negra, es negra o gris en su totalidad, tanto la parte dorsal como la ventral, pudiendo verse de vez en cuando alguna tonalidad azulada en la zona dorsal.
Por último, la cebra o barreada, como podéis imaginar, presenta una serie de franjas negras salteadas, dejando unas tonalidades amarillas, rosas o marrones en el fondo, así como blanco cremoso para la zona ventral. Dicen que es una de las más bellas serpientes del continente africano, pero cuidado para el que llegue a verla…
Por el día es difícil encontrarlas, ya que se refugian del caluroso sol del desierto africano, escondidas bajo pequeñas rocas, en termiteros que sus habitantes han abandonado, o en madrigueras de otros bichejos. Salen a partir del atardecer en busca de su presa, cazando desde pequeños mamíferos hasta otros reptiles, anfibios o aves que se despistan. Les inyecta el veneno clavándoles sus tremendos colmillos e ingiriendo la presa entera, comenzando por la cabeza para facilitar el paso hasta el estómago, y en función del tamaño de ésta, nuestra serpiente estará más o menos tiempo sin volver a cazar, empleando dicho tiempo en una lenta digestión.
En torno a la primavera será el celo de la hembra, en la que desprenderá una feromona para atraer al macho, y tras cortejar a su pareja se le permitirá la cópula. Las hembras poseen dos hemiclítoris, algo más pequeños que los dos hemipenes que tienen los machos, y de estos, ambos son funcionales, aunque sólo se empleará uno.
Tras unos 100 días, la hembra pondrá entre 10 y 22 huevos en un agujero donde ella considere que hay buenas condiciones de temperatura. Aquí finaliza la tarea de la madre. Los pequeños nacerán solos, sin una madre que los haya incubado, buscando un nuevo lugar del que hacerse los dueños. Estos medirán unos 25 cm.
Para acabar, lo que todos esperabais de tal animal, el porqué de “escupidora”. Pues este mote se debe a que tiene la capacidad de lanzar hasta casi 3 metros de distancia el veneno. Sus terroríficos colmillos están abiertos por la parte frontal, un pequeño orificio que permite salir el veneno, pero además, la estructura interna del conducto por el que circula la sustancia, dentro de los colmillos, es similar a un muelle. De esta forma, el veneno, además de salir a presión, tiene cierta rotación, pillando desprevenidos a los depredadores. Sí, depredadores, como bien hemos explicado antes, la cobra escupidora, para cazar, muerde a sus presas, pero para defenderse, lo que hace es alzarse del suelo, abriendo sus costillas para aparentar mayor tamaño, abre la boca y escupe el veneno, apuntando a los ojos la muy… cobra!
Este veneno se compone de citotoxinas y cardiotoxinas, que provocan efectos neurotóxicos, necróticos y hemorragias externas, dificultando también actividades como respiración, movimiento…
Lo mejor, evitarlas, no vaya a ser que piensen que nosotros somos su amenaza y la liemos, ¿no creéis?