Águila filipina
De entre las águilas más grandes del mundo, esta preciosidad sobrevuela las Islas Filipinas, el águila monera, o como su lugar de procedencia indica, águila filipina (Pithecophaga jefferyi).
Lo dicho, nos acercaremos hasta estas islas del Pacífico para disfrutar con su presencia, normalmente a más de 2000 m de altitud. Aunque no es fácil avistarla… Viviendo hasta los 60 años, siendo superior el tamaño de las hembras, digo que es de las águilas más grandes puesto que alcanza el metro de altura, los dos metros de envergadura, y pueden llegar a los 7-8 kg. ¡Todo un pajarito!
Su aspecto es bastante característico. Posee una serie de plumas alrededor de la cabeza que le dan un aspecto de aureola, llamando mucho la atención, incluso le dan un toque más simpático. El color oscuro sobre su dorso, alas y cola resalta el color cremoso de su parte ventral. Ojos grises, y además, su fuerte pico de color gris, aunque es algo estrecho, le aporta gran poder, dándole una capacidad de arrancar carne que le convierte en un importante depredador.
La selva es su hábitat. Volar entre su vegetación con tal agilidad es todo un espectáculo, acrobacias, vuelos de vértigo que hacen caer como moscas a sus presas.
Conocida como comedora de monos, su alimentación también incluye otros animalitos como, lémures, ratas, serpientes, lagartos… incluso cerdos y perros de los nativos.
Para reproducirse, las hembras tendrán que superar los cinco años, mientras que los machos tardarán dos años más en madurar sexualmente. Siendo pareja de por vida, en época de cría, dicha pareja construirá un nido en lo alto de un árbol en el que la hembra incubará un único huevo, y el macho se encargará de aportarles comida. Aunque la incubación dura sólo unos dos meses, serán seis los que el polluelo, con su plumón blanco, permanecerá bajo el amparo de sus padres. De aquí que sea tan difícil su reproducción, llevándose a cabo una vez cada dos años.
Ante tal majestuosidad, los nativos decidieron establecerla como imagen nacional, estampándola hasta en sus monedas. Y menos mal, ya que con ello consiguieron extremar las medidas de conservación, necesarias medidas que se están llevando a cabo ya que esta especie animal ha llegado a la situación de “en peligro crítico de extinción”, todo provocado tanto por el hombre, mediante la deforestación, la caza ilegal, las trampas de caza de otras especies,… como por su propia tasa de reproducción.
¡Una pena! Menuda pasada de bichejo que también nos estamos cargando…