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Como ya os dije en la presentación de este blog, también me gustaría compartir con vosotros los mejores momentos de mis prácticas. Así que, como digo, hoy toca una práctica, pero no una cualquiera, no, sino la primera práctica de toda la carrera…

Si en el fondo Veterinaria suena bien. Suena a lindos animalitos, cachorritos por aquí, corderitos por allá, terneritos por el otro lado… pero no os podéis ni imaginar la de riesgos que tiene, lo que un estudiante de veterinaria tiene que hacer por su amada carrera…

En mi primera práctica (repito lo de PRIMERA por si no ha quedado claro), cuando acabas de llegar, cuando aún no conoces a nadie, que sigues con los mismos nervios del primer día por si no consigues hacer amigos (aunque luego no harás amigos, harás una familia (momento Friends)), y cuando no has comprado todo el material todavía, te recuerdan por qué escogiste esto.

Consistía en «trabar» a una oveja (atarle las patas). Parece fácil, no digo que no, pero cuando te toca la oveja más gorda y aún no tienes el mono ni las botas de la granja, lo miras con otros ojos. Había que hacerlo obligatoriamente, y como ya he dicho, NO llevaba la ropa más adecuada…»pero va, si es sólo trabarla» pensé, y me lancé.

Mi camiseta, mis vaqueros y mis converse quedaron impregnadas de un estupendo olor a rebaño que casi me desmayo. Pero no lo sufrí yo sola, y digo esto porque cuando me subí a casa tuve que coger el autobús urbano. Imaginad la cara de esa gente que viaja tranquilamente cuando de repente se sube al bus una persona con semejante olor… Me miraban raro, ¡cómo para no!

¡¡¡ Seis veces tuve que lavarme las manos para hacer desaparecer esa «eau de tocorderitosilette» !!!

Aún recuerdo la cara de mis primas cuando entré en el piso «Niégalo Todo» (así llamamos al piso de estudiantes donde vivimos)… ellas siguen pensando que robé un par de ovejas de la facultad. O la cara de mi tía cuando la pobre mujer abrió la bolsa de basura en la que había metido todas mis pertenencias de aquella magnífica jornada…

Por eso digo que no sólo sufro yo esta carrera. Todos los que me aguantáis tenéis que aceptar que un día llegue con olor a oveja, otro en el que los productos de desecho sobresalgan de las botas, o los pelos de los animales den otra textura a mis prendas.

En el fondo, esto es lo que hace especial esta carrera.

Mil y una historias que os iré contando.