Con el calor que hace estos días a mí sólo me apetece algo de fresco, así que en Cambio de Continente nos ponemos el abrigo y os llevamos hasta el Ártico.
De entre los animales más grandes del planeta, con casi 700 Kg de peso y una longitud de unos 2’6 metros (algo menos las hembras), llegando a vivir hasta 30 años, hoy conocemos un poco más al magnífico oso polar (Ursus maritimus).
Animales que nos dejan embobados, por lo menos a ésta que escribe, con su pelaje, su fuerza, su forma de vida, su capacidad de supervivencia… todo ello hace que se merezcan un gran respeto, y más por animales como nosotros.
Tienen que soportar temperaturas muy bajas, con lo que su cuerpo debe estar preparado para ello, de tal forma que se protegen con una gran capa de grasa subcutánea, un pelaje translúcido, formado por pelos huecos que les confieren mayor aguante en dicho ambiente, orejas y cola cortas para evitar pérdidas de calor, unas patas muy robustas que también les permiten una buena sujeción sobre los terrenos helados, y además, a pesar de lo blancos que los vemos, llegando a confundirse entre los tonos de la nieve, su piel es negra. Este tono oscuro hace que capten más cantidad de luz solar, haciendo que adquieran calor de esta forma.
Otra capacidad que les aporta resistencia al ambiente es la reducción del tono cardiaco, sin realizar la hibernación, reservando el uso de energía para cuando lo necesiten de verdad, como para la caza.
Y hablando de caza, algo torpes caminando pero buenos nadadores que recorrerán cientos de kilómetros hasta encontrar alimento. Las focas son su manjar favorito, así como otros pequeños mamíferos, evitando a las morsas adultas, puesto que pueden ser amenazas para ellos. En caso necesario, llegan a consumir canales de otros animales más grandes fallecidos.
A la hora de reproducirse (suele ser una vez cada tres años), los machos pelearán por la hembra, y normalmente sólo se juntarán para esta acción, el resto del tiempo vivirán en solitario. La hembra puede presentar una implantación diferida, que consiste en no desarrollar el óvulo fecundado hasta que las condiciones mejoren. Excavan una caverna en el hielo y permanecen ahí, ahorrando energía para poder mantener la gestación y la consiguiente lactación de los pequeños. Tras seis-nueve meses de gestación será el parto, en el que lo más común son dos gemelos. Y la madre será la encargada de cuidarlos durante 2 años, más o menos.
Como curiosidad, destaca la toxicidad de su hígado, sin llegar a afectarles a ellos, pero siendo muy perjudicial para el ser humano, con lo que el ser humano lo dejó de consumir. Se debe al elevado nivel de vitamina A que contiene.
Su estado vulnerable hace que sea otro de los tantos animales que tenemos que proteger, y en este caso, el cambio climático está haciendo que dicha labor se convierta en una difícil tarea, que no imposible… esperemos.